viernes, 6 de noviembre de 2015

Botellita de jerez, todo lo que digas será al revés. Parte 1.




Se dice que las nuevas generaciones serán difíciles de gobernar. Así lo espero.
Alain (1868-1951)
Filósofo y ensayista francés. 

Dicho, conjuro y postura para una vida relajada. La popular sentencia pudo haber sido la plataforma de lanzamiento de un aparato que, gracias a una mezcalera propulsión a chorro, alcanzaría alturas insospechadas: el rock nacional de finales del siglo XX.
Vamos a estrenar este espacio echando un vistazo al trabajo de algunos músicos acusados de imitar burdamente a los Xochimilcas; de permitirse tocar cumbias evitando el rubor bajo el disimulo de greñas largas, ropa raída y posturas dizque punk; o de intentar tropicalizar el sagrado legado de la new wave a ritmo de bongó, acordeón y bajo sexto. Músicos herederos de una rica tradición que empezaron a lanzar propuestas durante la segunda mitad de la década de los ochenta y que encontraron sus principales fuentes de inspiración en el orgullo nacional, la fortaleza de la región (en un mundo en plena globalización) y el reconocimiento a la tradición popular, bajo los esquemas musicales más importantes que entonces despuntaban internacionalmente.
 Los antecedentes hay que buscarlos, geográficamente, al sur del Continente Americano, en Europa y al interior de nuestro universo rockero. Históricamente hay que hurgar en momentos posteriores a grandes periodos de represión y tentaciones totalitarias.
Porque si hay un sector que vive fuertemente los fenómenos sociales sin más interés que el de proyectar un futuro mejor que el presente complicado, es la juventud; que no sólo es una etapa de la vida, es una gran familia, nación independiente, padecimiento y fulgor ineludibles, presencia enemiga del reloj, inconsciencia amiga del presente.
Para dejar de ser joven es indispensable perder la memoria y señalar como única válida la propia juventud, reservar para cualquier otra mocedad la ignorancia, la intransigencia, la esterilidad y el absurdo. Nada más desatinado, sectario y alejado de estas líneas. 
La juventud encuentra su principal virtud en lo que tal vez sea también su principal defecto: desconoce o soslaya la malicia, actúa desde la postura de quien no tiene que perder; acaso la vida. Nada menos.
La juventud piensa libremente, no la atan los compromisos institucionalizados: créditos financieros, manutención de familia, ascenso laboral, pretensiones de puestos políticos, etc.
Los jóvenes observan pertrechados silenciosamente desde los adultos nichos residuales en los que son confinados por omisión o decreto. Juntos y sin convenirlo, viejos y jóvenes recrean en esta relación desdeñosa un paraíso del que se es expulsado, coincidentemente, cuando se rompe el silencio. La serpiente no siempre significa el mal, la manzana tiene formas insospechadas y la resignación a llevar de por vida la mítica hoja de parra suele tener forma de traje sastre.
Hagamos entonces un repaso previo al uso de corbata y, como ya se señaló, posterior a periodos caracterizados por el autoritarismo. Pero recuerde que hablamos de música popular, lo que se oía en radio, lo que ya tenía algún espacio en televisión. Recuerde, por último, que se trata de un recuento y que puede faltar o sobrar alguien.


I. ESPAÑA: ABRIENDO LAS PERSIANAS.


La Movida madrileña fue un fenómeno artístico-sociológico post franquista, fraguado en las calles
de manera espontánea y promovida a través de distintos medios, desde los más rudimentarios e independientes, hasta los más sofisticados de entonces como la radio, la televisión y las disqueras. 
A los acontecimientos que le dieron origen les precedieron asesinatos de estudiantes y persecutorias posturas ultra conservadoras enderezadas contra los jóvenes, y sin embargo el movimiento no necesariamente fue una reacción directa a ese clima. 
A pesar de que se tiene cuenta de antecedentes concretos (como la actividad artística en galerías vanguardistas, fanzines distribuidos de mano en mano, grupos de rock, cómic, cine underground, etc.), se tiene plenamente identificado el inicio del movimiento: 9 de febrero de 1980, con el concierto dedicado a Canito (1959-1980), quien fuera integrante del grupo Tos (luego Los Secretos), y muerto en trágico accidente automovilístico en las primeras horas de ese mismo año; el joven músico acababa de descender de su auto cuando fue impactado de manera violenta por otro que era conducido (irónicamente) por un militar.
Los participantes de ese concierto lo recuerdan como un evento organizado con muy pocos recursos: equipos prestados, instrumentos indispensables, luz deficiente (la de la televisora que lo grabó) y un recinto que privilegió a las primeras filas, mismas que disfrutaban el espectáculo de pie. Los grupos no sonaban muy bien y la mayoría eran desconocidos, pero quedó de manifiesto su potencial artístico y la avidez del público por esa música.
Al movimiento contracultural lo impulsó de manera definitiva el Concierto de la Primavera en la Escuela Superior Técnica de Arquitectura de Madrid, para extenderse luego a las provincias y renovar el rostro español con frescas propuestas en cine, historieta, literatura y por supuesto, música.
Poco tiempo después en México conocimos grupos como Nacha Pop, Alaska y Los Pegamoides, Radio Futura y Orquesta Mondragón, que fueran parte de las primeras oleadas del movimiento. Luego a otros como TorerosMuertos, Duncan Dhu, La Unión, Mecano, Olé Olé, Danza Invisible y El Último de la Fila. Y a cantantes como Miguel Ríos y Joaquín Sabina. El boom español influyó de manera definitiva en lo que sucedería en nuestro país hacia el final de la década ochentera.


II. ARGENTINA: EL HUNDIMIENTO DE LA REPRESIÓN.


El caso argentino es especialmente relevante porque cierra importantes círculos. En plena dictadura militar había solistas y grupos que, en primer término, cantaban en español porque había sido prohibido hacerlo en inglés, y en segundo término, porque ya habían sido influidos por rockeros mexicanos de los sesenta, quienes entonces ya interpretaban covers y letras originales en castellano. Luego sería la banda Tequila, agrupación argentina que saliera de su país huyendo de la dictadura y terminaría por llevar la ejecución del género en español a la Península Ibérica.
En tanto, artistas como Charly García, RaúlPorchetto y Fito Páez se consolidaron como auténticos pilares del rock argentino a lo largo de la década de los setenta, influyendo en otros músicos que evolucionaron gracias a la inesperada apertura que les traería la conclusión de un conflicto internacional.
Con el hundimiento del buque general Belgrano, en la Guerra de Malvinas en 1982, se hunde también esa apuesta de la dictadura contra los ingleses. Argentina se abre a la democracia en 1983, los jóvenes son impactados fuertemente y se manifiestan de forma especial con el otrora controlado, "subversivo y decadente" rock. Es así como Soda Stereo se convierte en un impulsor de influencia mundial para el rock hispanoamericano.
Además del grupo de Gustavo Ceratti, GIT, Virus, Zaz (de Miguel Mateos) y Enanitos Verdes sonaron en la radio mexicana refrescando medios que alternaban sesiones de Lupe D’alessio y duetos del Buky con quien se le pusiera de modo (bueno, creo que sólo Marisela se dejó). La internacional New Wave parecía sonar, por fin, en la lengua de Cervantes.


III. EN MÉXICO NO CANTAMOS MAL LAS RANCHERAS
Cierto es que en nuestro país no hubo dictadura militar durante las décadas de los sesenta y posteriores (ya se encargaría Vargas Llosa de señalar dolorosamente nuestras pústulas con su dedo leproso); pero sí fue un periodo de gran represión y paranoia. Los jóvenes fueron criminalizados luego de no perder ocasión para mostrar su apoyo a la Revolución Cubana, solicitar la liberación de presos políticos, la desaparición de grupos represivos y la autonomía de las universidades, entre otras demandas. Los estudiantes fueron acusados de fraguar una conspiración internacional comunista, de vandalismo y hasta de asesinar a sus propios compañeros. Todos conocemos los resultados, que fueron igualmente sangrientos en diferentes episodios: Tlatelolco, 1968; la Matanza del Jueves de Corpus, 1971; y todo lo que se derivaría de la Guerra Sucia.



Mientras tanto una de las expresiones a través de la cual se canalizaba la energía de la mal lograda primavera mexicana, era el rock. Los círculos universitarios eran propicios para conocer exponentes como los Dug Dug’s, Javier Bátiz, Guillermo Briseño, Three Souls in my Mind o LaRevolución de Emiliano Zapata.



DE LOS JIPITECAS A LOS HOYOS FUNKIES.
A la sazón, los días 11 y 12 de septiembre de 1971, el movimiento contracultural La Onda llega a su culmen en el Festival Rock y Ruedas de Avándaro, que celebrara la vida, la paz, el amor, la ecología y las artes; esto es, música, sexo y drogas en un fin de semana al aire libre atiborrado de jipitecas. Este concierto, que es reconocido como el máximo en la historia del rock mexicano, fue producido (entre otros) por un par de personajes bien conocidos por los actuales pamboleros y telenoveleros: Justino Compeán Palacios, entonces ejecutivo de Coca Cola y promotor deportivo, y Luis de Llano Macedo, de Telesistema Mexicano, hoy Televisa.


El evento tuvo repercusiones que trascendieron lo musical, trastocando carreras políticas y dividiendo comunidades que se creían monolíticas. Es entonces que Echeverría decide destruir el movimiento La Onda; las reuniones masivas quedaron vetadas, ciertas canciones fueron prohibidas en la radio, locutores de algunas estaciones fueron despedidos, la revista Piedra Rodante fue clausurada y Justino Compeán prácticamente quedó desterrado. Al episodio se le conoció luego como el Avandarazo y con su efecto, el rock mexicano fue proscrito paulatinamente.

A continuación se crearon los conciertos sobre ruedas, que consistían en presentaciones sobre grandes remolques. Después se popularizaron los Hoyos Funkies, sedes clandestinas de conciertos organizados con muchas limitaciones y apoyados por los sectores más pobres de la población.
Este hoyo negro fue el destino de un rock cada vez más marginal a lo largo de la década de los setenta, perseguido por la represión y la intolerancia.
Con algunos exponentes destacados como Toncho Pilatos, el “under” del rock mexicano encontraba un buen camino para salir adelante: las presentaciones en vivo prácticamente como única publicidad.
Este es el curso que sigue el género en el país, con tendencias stonianias o bluseras, hasta que en 1979 aparece en escena ChacMool, primera agrupación mexicana de rock progresivo, misma que introdujo mandolina, violonchelo, timbales, sintetizadores, flauta e instrumentos prehispánicos en sus composiciones. Iniciaban la década de los ochenta y los atisbos más serios al ombligo y la fusión.


UNA GUITARRA Y UNA ARMÓNICA.
A finales de 1983 surge el Movimiento Rupestre con participantes como Rodrigo González, Jaime López, Guillermo Briseño, NinaGalindo, Alejandro Lora, Cecilia Toussaint, por citar sólo algunos. El colectivo sostenía que, a falta de dinero para grandes instrumentaciones electrónicas, sus propuestas serían acompañadas únicamente de guitarra y teclado o armónica. La riqueza de sus temas radicaría en las letras, más profundas, complejas y ricas que el promedio de la música popular de entonces.


Los rupestres se retratan en su manifiesto no muy guapos, sin voz de tenor, sin la sabiduría estética de las grandes cimas para componer, sin la sofisticación de equipos electrónicos apantallantes; a cambio y sin hacerla mucho de tos, se reconocen sencillos, con mucho para proponer, poetas y locochones, rockanroleros y trovadores, simples y elaborados, fantásticos, vengadores de lo cotidiano, carpinteros venusinos para tocar y borregos en pleno examen de conservatorio para cantar.


Entre los rupestres destacaron de manera importante los tamaulipecos Jaime López y Rodrigo González. Este último, autor del manifiesto, se caracterizó por sus creaciones inteligentes, críticas y complejas (como lo reseñara José Agustín), mismas que quedaron grabadas en diferentes sesiones informales. Solo logró producir un cassete antes de cerrar tratos con WEA a través de José Xavier Návar para grabar un disco; el proyecto nunca se llevó a cabo, el profeta del nopal moriría en el terremoto de aquel 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México. Sin embargo su obra quedará como uno de los legados más importantes no sólo para el rock urbano de nuestro país, sino para su música popular.


Gracias a su espíritu osado, a su ironía mordaz y a su carácter versátil, Jaime López creó canciones de corte ranchero, tropical y bolero. En 1985 participa en el OTI con el “Blue Demon Blues”, asegurándose el último lugar del festival por las abiertas menciones que hizo de Cantinflas y Lucha Villa en su canción. En otra ocasión exhibe en toda su dimensión a RaúlVelasco al presentarse en “Siempre en Domingo” (programa de variedades musicales donde la única variedad era el parentesco de los que ahí se presentaban con los altos ejecutivos de la empresa o con las vacas sagradas del espectáculo y la frivolidad televisiva en México), donde el presentador guanajuatense lo reservaba para la “hora chusca” de la tarde.


Existe un episodio en la carrera de Jaime López que tal vez signifique la incursión de las expresiones inteligentes y desinhibidas en los medios masivos de comunicación: cuando cierra tratos con una disquera, logra un importante contrato y sus seguidores consideran que se ha vendido. A cambio, López logra una mayor penetración de su trabajo y visión artística. La estrategia se encaminaba a terminar con la satanización de estos medios para usarlos en favor de una difusión más amplia de artistas alternativos.
Paralelamente se desarrollaba el trabajo de bandas como Dangerous Rhythm, creada en 1978 y considerada como la primera banda punk mexicana; sin embargo sus interpretaciones aún eran en inglés. A la postre se conviertieron en Ritmo Peligroso, con letras en español y ritmos de fusión.
Las experiencias de Jaime López y Rockdrigo González (herederas de la crónica de Chava Flores), le daban rostro a una expresión que no podía ser sino mexicana, con absoluto respeto por lo que había en el espejo y en franco desafío al esnobismo trivial de la prefabricación.
Quedaba así perfilado el rockero mexicano que no huía a las condiciones impuestas por nuestra ubicación en el planeta y en la historia.

NACO ES CHIDO.
Volviendo un poco, justo hacia el año de 1983 aparece Botellita de Jerez, una banda irreverente y festiva que combinaba con soltura ritmos tan dispares como el son, el blues y la cumbia. Con un rock sencillo y directo, los botellos relataban nuestros vicios, los absurdos, las locuras, los abusos, las alegrías, las penas y las pasiones de un pueblo que, no obstante que ya existía, había que reinventárselo a la música. De esta manera la inclusión de elementos como la lucha libre, los albures, botonaduras de charro, tatuajes con elementos nacionales, espuelas en los zapatos tenis y las reivindicaciones del naco y otros elementos, sentaron las bases del discurso kitsch actual.
Por otra parte, El Personal, banda tapatía que surge en 1986 con la idea de fusionar ritmos como el raggae, son, rumba, cumbia y bolero, le abona al rock nacional con temas como la masturbación, la ecología, la crisis existencial, la auto parodia y el estro juvenil recorriendo la ciudad. Sus composiciones son irreverentes, desinhibidas, provocadoras, cotidianas, populares, llenas de humor, dolor y con las mismas banderas de provincias que enarbolara aquel grupo sin número y sin nombre que se opuso al centralismo cultural en México. Su debut en la capital del país tuvo lugar en un bar gay; la proyección del talento y la frescura de la banda contribuyó a la construcción de una tolerancia inusitada para nuestra cultura machista.
Hagamos aquí una pausa con el recuento de bandas y cantantes para señalar que es precisamente en estos años en que suenan con éxito en nuestros medios músicos españoles y argentinos con interpretaciones catalogadas como new wave, cuya inercia sería fundamental para los rockeros nacionales. Y recordemos también que entonces surgen personajes como los tapatíos Jis y Trino, con presentaciones en vivo, programas de radio y dibujando monos; todo, con la misma acidez (gandallez, en buen mexicano).


En el D.F. Radio Educación le da el micrófono a jóvenes talentosos (y otros no tan jóvenes) que hacen del medio una auténtica alternativa para el entretenimiento, la difusión de expresiones artísticas, la mirada al ombligo, la inclusión y la cultura en general. Por todo el país se editan revistas en las que siempre había un espacio para el rock, el cine y el arte en general, aunque el tema central fuera la literatura, la fotografía o el historietismo. Revistas como La Regla Rota (posteriormente La Pus Moderna) se convertirían en auténticos promotores culturales. Rock 101, estación de radio capitalina, difunde rock alternativo en inglés y posteriormente promueve a quienes lo hacen en castellano.


En fin, en medio de todo este ambiente existían medios y personas que podían proyectar regionalmente a los cradores y, por qué no, colocarlos en el candelero nacional.


FUSIÓN, FICCIÓN Y FRICCIÓN.
A mediados de los ochenta se presentaron sucesos que cambiarían el rostro de nuestro país. Una grave crisis económica y la reciente historia de dependencia financiera internacional orientaron las políticas gubernamentales hacia nuevos rumbos, bajo esquemas prágmáticos y con la clara tendencia a sepultar ideologías. Se desmarcaban las admnistraciones con la captura de ex jefes policiacos corruptos y la pública exhibición de sus tropelías.
Pero la pretendida modernización del país se vería contrastada por dos incidentes históricos: en 1984 una serie de explosiones en plantas de almacenamiento de PEMEX ubicadas en el pueblo de San Juan Ixhuatepec dejarían en evidencia la posible inviabilidad de un estado operador de bienes y recursos como el petróleo (por lo menos desde entonces se manejan de manera oficial con dicho sesgo este tipo de acontecimientos). En revistas como la "Alarma!" se podía ver con lujo de detalle la tragedia de niños y adultos que fueron sorprendidos por el fuego en el ámbito de su vida cotidiana; sus cuerpos carbonizados quedaron impresos de manera permanente en la retina de los mexicanos.
¿Necesitaba el pueblo mexicano de la participación de particulares para sus encomiendas públicas? ¿Se comprobaba que la burocracia era un gigante operado por pigmeos?
A casi un año de San Juanico, otro evento significó la oportunidad de reencontrarnos cara a cara: el 19 de septiembre de 1985 un terremoto sacudió físicamente la Ciudad de México, y a nivel nacional removió nuestras conciencias. La solidaridad mostrada en las primeras horas, en los primeros días de la catástrofe, dejó en claro que el pueblo sólo le interesa al pueblo. No más.
Este espontáneo acto de apoyo, de ayuda desinteresada, luego tuvo réplicas tan vergonzosas como fuertes fueron las del terremoto: hubo quien no perdió la ocasión para hacerse una foto o ser grabado pala en mano aunque no pudieran remover una sola piedra. Actricitas y cantantes oportunistas se ganaron la antipatía de los connacionales simulando ayuda en medio de una tragedia.
Entre otras cosas, llamó la atención que los edificios colapsados fueran los más nuevos, los menos antiguos; los que fueron cimentados sobre estructuras de origen precortesiano se mantuvieron incólumes. La lectura de estos casos, junto con el despertar de algunos volcanes (que dejaron al descubierto etnias de las cuales no teníamos noticia alguna), fue determinante: la era de un nuevo Sol para los mexicanos estaba por iniciar; una nueva etapa de luz pondría fin a otra de sombras y oscuridad. Simbólicamente los hechos tuvieron un peso importante sobre la juventud que buscaba su identidad.

En este contexto, algunos músicos como Leoncio Lara (Bon y los Enemigos del Silencio), Saúl Hernández (con el primero en Frac y luego con otros en Las Insólitas Imágenes de Aurora), Aleks Syntek, La chiquis Amaro, Federico Fong, Sabo Romo, Paco Ayala, Lino Nava, el Wash, el Señor González, Memo Ascencio (todos ellos colaborando alguna vez con Kenny Avilés de Kenny y los Eléctricos), Alfonso André, Cala (de los tapatíos Rostros Ocultos, primero Clips, luego Montana), el grupo Neón, entre otros, ya se movían por los círculos rockeros del país.



Hasta aquí este cuento, en nuestra próxima entrada seguiremos revisando bandas resueltas a ponerle sello mexicano a sus expresiones, veremos algunas apariciones parasitarias y recordaremos algún caso de desmarque de lo regionalista. Mientras tanto, no me reprendan, oriéntenme.






























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