Se dice que las nuevas generaciones serán difíciles de gobernar. Así lo espero.
Alain (1868-1951)
Filósofo y ensayista francés.
Dicho, conjuro y postura para una vida relajada. La
popular sentencia pudo haber sido la plataforma de lanzamiento de un
aparato que, gracias a una mezcalera propulsión a chorro, alcanzaría alturas
insospechadas: el rock nacional de finales del siglo XX.
Vamos a estrenar este espacio echando un vistazo al trabajo de algunos músicos acusados de imitar
burdamente a los Xochimilcas; de permitirse tocar cumbias evitando el rubor
bajo el disimulo de greñas largas, ropa raída y posturas dizque punk; o de
intentar tropicalizar el sagrado legado de la new wave a ritmo de bongó,
acordeón y bajo sexto. Músicos herederos de una rica tradición que empezaron a
lanzar propuestas durante la segunda mitad de la década de los ochenta y que
encontraron sus principales fuentes de inspiración en el orgullo nacional, la
fortaleza de la región (en un mundo en plena globalización) y el reconocimiento
a la tradición popular, bajo los esquemas musicales más importantes que
entonces despuntaban internacionalmente.
Los antecedentes hay que buscarlos, geográficamente, al sur del Continente Americano, en Europa y al interior de nuestro universo rockero. Históricamente hay que hurgar en momentos posteriores a grandes periodos de represión y tentaciones totalitarias.
Los antecedentes hay que buscarlos, geográficamente, al sur del Continente Americano, en Europa y al interior de nuestro universo rockero. Históricamente hay que hurgar en momentos posteriores a grandes periodos de represión y tentaciones totalitarias.
Porque si hay un sector que vive fuertemente los
fenómenos sociales sin más interés que el de proyectar un futuro mejor que el
presente complicado, es la juventud; que no sólo es una etapa de la vida, es
una gran familia, nación independiente, padecimiento y fulgor ineludibles,
presencia enemiga del reloj, inconsciencia amiga del presente.
Para dejar de ser joven es indispensable perder la
memoria y señalar como única válida la propia juventud, reservar para cualquier
otra mocedad la ignorancia, la intransigencia, la esterilidad y el absurdo.
Nada más desatinado, sectario y alejado de estas líneas.
La juventud piensa libremente, no la atan los compromisos institucionalizados: créditos financieros, manutención de familia, ascenso laboral, pretensiones de puestos políticos, etc.
Los jóvenes observan pertrechados silenciosamente
desde los adultos nichos residuales en los que son confinados por omisión o
decreto. Juntos y sin convenirlo, viejos y jóvenes recrean en esta relación
desdeñosa un paraíso del que se es expulsado, coincidentemente, cuando se rompe
el silencio. La serpiente no siempre significa el mal, la manzana tiene formas
insospechadas y la resignación a llevar de por vida la mítica hoja de parra
suele tener forma de traje sastre.
Hagamos
entonces un repaso previo al uso de corbata
y, como ya se señaló, posterior a periodos caracterizados por el
autoritarismo. Pero recuerde que hablamos de música popular, lo que se
oía en radio, lo que ya tenía algún espacio en televisión. Recuerde, por último, que se trata de un recuento y que puede faltar o sobrar alguien.
La Movida madrileña fue un fenómeno
artístico-sociológico post franquista, fraguado en las calles
de manera espontánea y promovida a través de
distintos medios, desde los más rudimentarios e independientes, hasta
los más sofisticados de entonces como la radio, la televisión y las
disqueras.
A los acontecimientos que le dieron origen les precedieron asesinatos de estudiantes y persecutorias posturas ultra conservadoras enderezadas contra los jóvenes, y sin embargo el movimiento no necesariamente fue una reacción directa a ese clima.
A los acontecimientos que le dieron origen les precedieron asesinatos de estudiantes y persecutorias posturas ultra conservadoras enderezadas contra los jóvenes, y sin embargo el movimiento no necesariamente fue una reacción directa a ese clima.
A pesar de que se tiene cuenta de antecedentes
concretos (como la actividad artística en galerías vanguardistas, fanzines
distribuidos de mano en mano, grupos de rock, cómic, cine underground, etc.),
se tiene plenamente identificado el inicio del movimiento: 9 de febrero de
1980, con el concierto dedicado a Canito (1959-1980), quien fuera integrante
del grupo Tos (luego Los Secretos), y muerto en trágico accidente
automovilístico en las primeras horas de ese mismo año; el joven músico acababa
de descender de su auto cuando fue impactado de manera violenta por otro que
era conducido (irónicamente) por un militar.
Los participantes de ese concierto lo recuerdan
como un evento organizado con muy pocos recursos: equipos prestados,
instrumentos indispensables, luz deficiente (la de la televisora que lo grabó)
y un recinto que privilegió a las primeras filas, mismas que disfrutaban el
espectáculo de pie. Los grupos no sonaban muy bien y la mayoría eran desconocidos, pero
quedó de manifiesto su potencial artístico y la avidez del público
por esa música.
Al movimiento contracultural lo impulsó de manera
definitiva el Concierto de la Primavera en la Escuela Superior Técnica de
Arquitectura de Madrid, para extenderse luego a las provincias y renovar el
rostro español con frescas propuestas en cine, historieta, literatura y por
supuesto, música.
Poco tiempo después en México conocimos grupos
como Nacha Pop, Alaska y Los Pegamoides, Radio Futura y Orquesta Mondragón, que
fueran parte de las primeras oleadas del movimiento. Luego a otros como TorerosMuertos, Duncan Dhu, La Unión, Mecano, Olé Olé, Danza Invisible y El Último de la Fila. Y a cantantes como Miguel Ríos
y Joaquín Sabina. El boom español influyó de manera definitiva en lo que
sucedería en nuestro país hacia el final de la década ochentera.
El caso argentino es especialmente relevante porque
cierra importantes círculos. En plena dictadura militar había solistas y grupos
que, en primer término, cantaban en español porque había sido prohibido hacerlo
en inglés, y en segundo término, porque ya habían sido influidos por rockeros
mexicanos de los sesenta, quienes entonces ya interpretaban covers y letras originales
en castellano. Luego sería la banda Tequila, agrupación argentina que saliera
de su país huyendo de la dictadura y terminaría por llevar la
ejecución del género en español a la Península Ibérica.
En tanto, artistas como Charly García, RaúlPorchetto y Fito Páez se consolidaron como auténticos pilares del rock
argentino a lo largo de la década de los setenta, influyendo en otros músicos
que evolucionaron gracias a la inesperada apertura que les traería la
conclusión de un conflicto internacional.
Con el hundimiento del buque general Belgrano, en
la Guerra de Malvinas en 1982, se hunde también esa apuesta de la dictadura contra los ingleses. Argentina se abre a la democracia en 1983, los
jóvenes son impactados fuertemente y se manifiestan de forma especial con el otrora
controlado, "subversivo y decadente" rock. Es así como Soda Stereo se
convierte en un impulsor de influencia mundial para el rock hispanoamericano.
Además del grupo de Gustavo Ceratti, GIT, Virus,
Zaz (de Miguel Mateos) y Enanitos Verdes sonaron en la radio mexicana refrescando
medios que alternaban sesiones de Lupe D’alessio y duetos del
Buky con quien se le pusiera de modo (bueno, creo que sólo Marisela se dejó). La
internacional New Wave parecía sonar, por fin, en la lengua de Cervantes.
Cierto es que en nuestro país no hubo
dictadura militar durante las décadas de los sesenta y posteriores (ya se encargaría
Vargas Llosa de señalar dolorosamente nuestras pústulas con su dedo leproso);
pero sí fue un periodo de gran represión y paranoia. Los jóvenes fueron
criminalizados luego de no perder ocasión para mostrar su apoyo a la Revolución
Cubana, solicitar la liberación de presos políticos, la desaparición de grupos represivos
y la autonomía de las universidades, entre otras demandas. Los estudiantes
fueron acusados de fraguar una conspiración internacional comunista, de
vandalismo y hasta de asesinar a sus propios compañeros. Todos conocemos los
resultados, que fueron igualmente sangrientos en diferentes episodios:
Tlatelolco, 1968; la Matanza del Jueves de Corpus, 1971; y todo lo que se
derivaría de la Guerra Sucia.
DE LOS JIPITECAS A LOS HOYOS FUNKIES.
A la sazón, los días 11 y 12 de septiembre de 1971,
el movimiento contracultural La Onda llega a su culmen en el Festival Rock y
Ruedas de Avándaro, que celebrara la vida, la paz, el amor, la ecología y las
artes; esto es, música, sexo y drogas en un fin de semana al aire libre atiborrado de jipitecas. Este
concierto, que es reconocido como el máximo en la historia del rock mexicano,
fue producido (entre otros) por un par de personajes bien conocidos por los
actuales pamboleros y telenoveleros: Justino Compeán Palacios, entonces
ejecutivo de Coca Cola y promotor deportivo, y Luis de Llano Macedo, de
Telesistema Mexicano, hoy Televisa.
El evento tuvo repercusiones que trascendieron lo
musical, trastocando carreras políticas y dividiendo comunidades que se creían
monolíticas. Es entonces que Echeverría decide destruir el movimiento La Onda;
las reuniones masivas quedaron vetadas, ciertas canciones fueron prohibidas en
la radio, locutores de algunas estaciones fueron despedidos, la revista Piedra
Rodante fue clausurada y Justino Compeán prácticamente quedó desterrado. Al
episodio se le conoció luego como el Avandarazo y con su efecto, el rock
mexicano fue proscrito paulatinamente.
A continuación se crearon los conciertos sobre ruedas, que consistían en presentaciones sobre grandes remolques. Después se popularizaron los Hoyos Funkies, sedes clandestinas de conciertos organizados con muchas limitaciones y apoyados por los sectores más pobres de la población.
Este hoyo negro fue el destino de un rock cada vez más marginal a lo largo de la década de los setenta, perseguido por la represión y la intolerancia.
A continuación se crearon los conciertos sobre ruedas, que consistían en presentaciones sobre grandes remolques. Después se popularizaron los Hoyos Funkies, sedes clandestinas de conciertos organizados con muchas limitaciones y apoyados por los sectores más pobres de la población.
Este hoyo negro fue el destino de un rock cada vez más marginal a lo largo de la década de los setenta, perseguido por la represión y la intolerancia.
Con algunos exponentes destacados como Toncho
Pilatos, el “under” del rock mexicano encontraba un buen camino para salir
adelante: las presentaciones en vivo prácticamente como única publicidad.
Este es el curso que sigue el género en el país,
con tendencias stonianias o bluseras, hasta que en 1979 aparece en escena ChacMool, primera agrupación mexicana de rock progresivo, misma que introdujo
mandolina, violonchelo, timbales, sintetizadores, flauta e instrumentos prehispánicos
en sus composiciones. Iniciaban la década de los ochenta y los atisbos más
serios al ombligo y la fusión.
UNA GUITARRA Y UNA ARMÓNICA.
A finales de 1983 surge el Movimiento Rupestre con
participantes como Rodrigo González, Jaime López, Guillermo Briseño, NinaGalindo, Alejandro Lora, Cecilia Toussaint, por citar sólo algunos. El
colectivo sostenía que, a falta de dinero para grandes instrumentaciones
electrónicas, sus propuestas serían acompañadas únicamente de guitarra y
teclado o armónica. La riqueza de sus temas radicaría en las letras, más
profundas, complejas y ricas que el promedio de la música popular de entonces.
Los rupestres se retratan en su manifiesto no muy
guapos, sin voz de tenor, sin la sabiduría estética de las grandes cimas para
componer, sin la sofisticación de equipos electrónicos apantallantes; a cambio
y sin hacerla mucho de tos, se reconocen sencillos, con mucho para proponer,
poetas y locochones, rockanroleros y trovadores, simples y elaborados,
fantásticos, vengadores de lo cotidiano, carpinteros venusinos para tocar y
borregos en pleno examen de conservatorio para cantar.
Entre los rupestres destacaron de manera importante
los tamaulipecos Jaime López y Rodrigo González. Este último, autor del
manifiesto, se caracterizó por sus creaciones inteligentes, críticas y
complejas (como lo reseñara José Agustín), mismas que quedaron grabadas en
diferentes sesiones informales. Solo logró producir un cassete antes de cerrar
tratos con WEA a través de José Xavier Návar para grabar un disco; el proyecto
nunca se llevó a cabo, el profeta del nopal moriría en el terremoto de aquel 19
de septiembre de 1985 en la Ciudad de México. Sin embargo su obra quedará como
uno de los legados más importantes no sólo para el rock urbano de nuestro país,
sino para su música popular.
Gracias a su espíritu osado, a su ironía mordaz y a
su carácter versátil, Jaime López creó canciones de corte ranchero, tropical y
bolero. En 1985 participa en el OTI con el “Blue Demon Blues”, asegurándose el
último lugar del festival por las abiertas menciones que hizo de
Cantinflas y Lucha Villa en su canción. En otra ocasión exhibe en toda su dimensión a RaúlVelasco al presentarse en “Siempre en Domingo” (programa de variedades
musicales donde la única variedad era el parentesco de los que ahí se
presentaban con los altos ejecutivos de la empresa o con las vacas sagradas del
espectáculo y la frivolidad televisiva en México), donde el presentador guanajuatense
lo reservaba para la “hora chusca” de la tarde.
Existe un episodio en la carrera de Jaime López que
tal vez signifique la incursión de las expresiones inteligentes y desinhibidas
en los medios masivos de comunicación: cuando cierra tratos con una disquera,
logra un importante contrato y sus seguidores consideran que se ha vendido. A cambio,
López logra una mayor penetración de su trabajo y visión artística. La
estrategia se encaminaba a terminar con la satanización de estos medios para
usarlos en favor de una difusión más amplia de artistas alternativos.
Paralelamente se desarrollaba el trabajo de bandas
como Dangerous Rhythm, creada en 1978 y considerada como la primera
banda punk mexicana; sin embargo sus interpretaciones aún eran en inglés. A la postre se conviertieron en Ritmo Peligroso, con letras en español y ritmos de fusión.
Las experiencias de Jaime López y Rockdrigo
González (herederas de la crónica de Chava Flores), le daban rostro a una
expresión que no podía ser sino mexicana, con absoluto respeto por lo que había
en el espejo y en franco desafío al esnobismo trivial de la prefabricación.
Quedaba así perfilado el rockero mexicano que no
huía a las condiciones impuestas por nuestra ubicación en el planeta y en la historia.
NACO ES CHIDO.
Volviendo un poco, justo hacia el año de 1983 aparece Botellita de Jerez, una banda irreverente y festiva que combinaba con soltura ritmos tan
dispares como el son, el blues y la cumbia. Con un rock sencillo y directo, los
botellos relataban nuestros vicios, los absurdos, las locuras, los abusos, las
alegrías, las penas y las pasiones de un pueblo que, no obstante que ya
existía, había que reinventárselo a la música. De esta manera la inclusión de elementos como
la lucha libre, los albures, botonaduras de charro, tatuajes con elementos
nacionales, espuelas en los zapatos tenis y las reivindicaciones del naco y
otros elementos, sentaron las bases del discurso kitsch actual.
Por otra parte, El Personal, banda tapatía que surge en 1986 con la idea de fusionar ritmos como el raggae, son, rumba, cumbia y bolero, le abona al rock nacional con temas como la masturbación, la ecología, la crisis existencial, la auto parodia y el estro juvenil recorriendo la ciudad. Sus composiciones son irreverentes, desinhibidas, provocadoras, cotidianas, populares, llenas de humor, dolor y con las mismas banderas de provincias que enarbolara aquel grupo sin número y sin nombre que se opuso al centralismo cultural en México. Su debut en la capital del país tuvo lugar en un bar gay; la proyección del talento y la frescura de la banda contribuyó a la construcción de una tolerancia inusitada para nuestra cultura machista.
Hagamos aquí una pausa con el recuento de bandas y cantantes para señalar que es precisamente en estos años en que suenan con éxito en nuestros medios músicos españoles y argentinos con interpretaciones catalogadas como new wave, cuya inercia sería fundamental para los rockeros nacionales. Y recordemos también que entonces surgen personajes como los tapatíos Jis y Trino, con presentaciones en vivo, programas de radio y dibujando monos; todo, con la misma acidez (gandallez, en buen mexicano).
En el D.F. Radio Educación le da el micrófono a jóvenes talentosos (y otros no tan jóvenes) que hacen del medio una auténtica alternativa para el entretenimiento, la difusión de expresiones artísticas, la mirada al ombligo, la inclusión y la cultura en general. Por todo el país se editan revistas en las que siempre había un espacio para el rock, el cine y el arte en general, aunque el tema central fuera la literatura, la fotografía o el historietismo. Revistas como La Regla Rota (posteriormente La Pus Moderna) se convertirían en auténticos promotores culturales. Rock 101, estación de radio capitalina, difunde rock alternativo en inglés y posteriormente promueve a quienes lo hacen en castellano.
Por otra parte, El Personal, banda tapatía que surge en 1986 con la idea de fusionar ritmos como el raggae, son, rumba, cumbia y bolero, le abona al rock nacional con temas como la masturbación, la ecología, la crisis existencial, la auto parodia y el estro juvenil recorriendo la ciudad. Sus composiciones son irreverentes, desinhibidas, provocadoras, cotidianas, populares, llenas de humor, dolor y con las mismas banderas de provincias que enarbolara aquel grupo sin número y sin nombre que se opuso al centralismo cultural en México. Su debut en la capital del país tuvo lugar en un bar gay; la proyección del talento y la frescura de la banda contribuyó a la construcción de una tolerancia inusitada para nuestra cultura machista.
Hagamos aquí una pausa con el recuento de bandas y cantantes para señalar que es precisamente en estos años en que suenan con éxito en nuestros medios músicos españoles y argentinos con interpretaciones catalogadas como new wave, cuya inercia sería fundamental para los rockeros nacionales. Y recordemos también que entonces surgen personajes como los tapatíos Jis y Trino, con presentaciones en vivo, programas de radio y dibujando monos; todo, con la misma acidez (gandallez, en buen mexicano).
En el D.F. Radio Educación le da el micrófono a jóvenes talentosos (y otros no tan jóvenes) que hacen del medio una auténtica alternativa para el entretenimiento, la difusión de expresiones artísticas, la mirada al ombligo, la inclusión y la cultura en general. Por todo el país se editan revistas en las que siempre había un espacio para el rock, el cine y el arte en general, aunque el tema central fuera la literatura, la fotografía o el historietismo. Revistas como La Regla Rota (posteriormente La Pus Moderna) se convertirían en auténticos promotores culturales. Rock 101, estación de radio capitalina, difunde rock alternativo en inglés y posteriormente promueve a quienes lo hacen en castellano.
En
fin, en medio de todo este ambiente existían medios y personas que
podían proyectar regionalmente a los cradores y, por qué no, colocarlos
en el candelero nacional.
FUSIÓN, FICCIÓN Y FRICCIÓN.
A
mediados de los ochenta se presentaron sucesos que cambiarían el rostro
de nuestro país. Una grave crisis económica y la reciente historia de
dependencia financiera internacional orientaron las políticas
gubernamentales hacia nuevos rumbos, bajo esquemas prágmáticos y con la
clara tendencia a sepultar ideologías. Se desmarcaban las admnistraciones con la captura de ex jefes policiacos corruptos y la pública exhibición de sus tropelías.
Pero
la pretendida modernización del país se vería contrastada por dos incidentes
históricos: en 1984 una serie de explosiones en plantas de
almacenamiento de PEMEX ubicadas en el pueblo de San Juan Ixhuatepec
dejarían en evidencia la posible inviabilidad de un estado operador de
bienes y recursos como el petróleo (por lo menos desde entonces se
manejan de manera oficial con dicho sesgo este tipo de acontecimientos).
En revistas como la "Alarma!" se podía ver con lujo de detalle la
tragedia de niños y adultos que fueron sorprendidos por el fuego en el
ámbito de su vida cotidiana; sus cuerpos carbonizados quedaron impresos
de manera permanente en la retina de los mexicanos.
¿Necesitaba el
pueblo mexicano de la participación de particulares para sus
encomiendas públicas? ¿Se comprobaba que la burocracia era un gigante
operado por pigmeos?
A casi un año de San Juanico, otro evento
significó la oportunidad de reencontrarnos cara a cara: el 19 de
septiembre de 1985 un terremoto sacudió físicamente la Ciudad de México, y
a nivel nacional removió nuestras conciencias. La solidaridad mostrada
en las primeras horas, en los primeros días de la catástrofe, dejó en
claro que el pueblo sólo le interesa al pueblo. No más.
Este
espontáneo acto de apoyo, de ayuda desinteresada, luego tuvo réplicas
tan vergonzosas como fuertes fueron las del terremoto: hubo quien no
perdió la ocasión para hacerse una foto o ser grabado pala en mano
aunque no pudieran remover una sola piedra. Actricitas y cantantes
oportunistas se ganaron la antipatía de los connacionales simulando ayuda en medio de una tragedia.
Entre
otras cosas, llamó la atención que los edificios colapsados fueran los
más nuevos, los menos antiguos; los que fueron cimentados sobre
estructuras de origen precortesiano se mantuvieron incólumes. La lectura
de estos casos, junto con el despertar de algunos volcanes (que dejaron
al descubierto etnias de las cuales no teníamos noticia
alguna), fue determinante: la era de un nuevo Sol para los mexicanos
estaba por iniciar; una nueva etapa de luz pondría fin a otra de sombras y
oscuridad. Simbólicamente los hechos tuvieron un peso importante sobre
la juventud que buscaba su identidad.
En este contexto, algunos músicos como Leoncio Lara (Bon y los Enemigos del Silencio),
Saúl Hernández (con el primero en Frac y luego con otros en Las Insólitas Imágenes de Aurora), Aleks Syntek, La chiquis Amaro, Federico
Fong, Sabo Romo,
Paco Ayala, Lino Nava, el Wash, el Señor González, Memo Ascencio (todos
ellos colaborando alguna vez con Kenny Avilés de Kenny y los Eléctricos), Alfonso André, Cala (de los tapatíos Rostros Ocultos, primero Clips, luego Montana), el grupo Neón, entre otros, ya se movían por los círculos rockeros del país.
Hasta aquí este cuento, en nuestra próxima entrada seguiremos revisando bandas resueltas a ponerle sello mexicano a sus expresiones, veremos algunas apariciones parasitarias y recordaremos algún caso de desmarque de lo regionalista. Mientras tanto, no me reprendan, oriéntenme.
Hasta aquí este cuento, en nuestra próxima entrada seguiremos revisando bandas resueltas a ponerle sello mexicano a sus expresiones, veremos algunas apariciones parasitarias y recordaremos algún caso de desmarque de lo regionalista. Mientras tanto, no me reprendan, oriéntenme.
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